Entender la vida con sus diagonales invisibles

Entender la vida con sus diagonales invisibles


Foto de Sander Crombach en Unsplash

Ha corrido mucha agua bajo el puente sobre el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Ahora el área Sectores busca ser puente: no pintamos pañuelos, no tachamos pañuelos. Buscamos tender caminos para acercar orillas entre nuestra institución y las realidades de la sociedad civil, una sociedad atravesada aún hoy por interpretaciones dicotómicas, simplistas y contradictorias de la argentinidad.

Nuestra mirada puede incomodar porque va a contracorriente de los eslóganes que circulan: no creemos en eslóganes, sino en que es posible hacer dialogar la fe, la sensibilidad y la razón en el siglo XXI. En este mismo sentido, miramos con desconfianza la construcción de los discursos hegemónicos actuales mientras militamos la defensa de la vida en contextos concretos y cotidianos: el trabajo, la política, la educación y la promoción social, entre otros sectores. Vivimos la vida y la defendemos, buscando leer entre líneas toda su complejidad, con sus señales de alto, sus alegrías y sus diagonales.

¿Qué sentido tiene discutir sobre salud pública si no se buscan transformaciones efectivas en las condiciones de acceso al buen vivir de cada niña y cada niño que quiera habitar el suelo argentino? Nobleza obliga decir que la hipocresía no la inventó la Iglesia, aunque en distintos momentos históricos pueda haberla abonado. Al contrario: en compañía del mercado, panqueques de la política y otros perejiles mejor ocultados o blanqueados ayer y hoy nos llaman antiderechos. Es pura estrategia lingüística  y lo toleramos.

Pensar y sentir con las clases populares

Hipocresía es desconocer el trabajo social y cultural que miles de creyentes —sin tanta cámara, prestigio ni condiciones ideales— realizan en todo este país federal, para lograr infancias y juventudes felices, o sea, trayectorias más dignas. Claro que no toda persona creyente piensa así y hay quienes pueden reclamar por la baja de la edad de imputabilidad, o decir cosas como que “estas negras” dejen de embarazarse para cobrar un plan o llegar a festejar las balas. Pero no hay una sola letra en la Biblia o la Doctrina Social de la Iglesia que les dé fundamento. No tienen discursos intolerantes por ser católicos . Son intolerantes y punto, y son nuestros hermanos igual y tenemos que ayudarlos a descubrir a Cristo también en esas personas que no toleran.

Hablando de cámaras, dejamos en claro que estamos contra todo tipo de violencia y censura, en particular hacia las mujeres, sin importar su ideología: de las presiones a Amalia Granata en Canal 9 a Claudia Piñeiro en la Fundación OSDE. Ni hablar del clima de agresividad reinante en estos días, este nivel de intolerancia pocas veces visto desde la vuelta de la tan vapuleada democracia. Una democracia que gira, paradójicamente, en torno a un eufemismo galopante: lo políticamente correcto como marca de época.

¿Qué pasó este año que el debate por el aborto legal, seguro y gratuito logró tanto consenso para que pueda llegar a ser ley? ¿Acaso fueron las calles, la convicción? ¿Acaso somos el primer mundo, como nos comparaba una inusual y contradictoria amalgama política en Diputados? ¿Acaso los medios, de la noche a la mañana, ya no son hegemónicos en la construcción de sus mensajes y de golpe luchan por las mujeres?

¿Qué pasó con nuestros legisladores? Pensamos en los congresistas de 1816 y da pena sentir que hemos caído tan bajo. De un lado y del otro, subestimando a las personas. ¿De verdad creen serio votar aludiendo a lo que la nieta o la hija o el tío o el vecino les dijo que pensaba y entonces los «convenció»? ¿Qué creen que es el mandato popular? ¿Tan pronto olvidan que un voto no es un cheque en blanco ?

El llamado campo popular parece, por lo menos, ingenuo; parece desconocer la triple coalición surgida repentinamente en una serie de industrias, por llamarlas de alguna manera.

Una triple coalición cívica

Mientras la industria cultural pone sus medios y sus protagonistas (actrices, periodistas, escritoras y otras líderes de opinión), la industria médica en esta era neoliberal avala cualquier práctica redituable (¿acaso alguna persona gestante de clase media o más allá abortaría en un hospital público y no en su clínica privada de confianza?) y la industria del marketing político termina de convencer con su parlamento de que se trata de derechos y no de un drama, tal como plantearon los obispos recientemente en Luján.

¿Nos comimos el verso de que todo esto, en este contexto hostil, es un bien para la sociedad y que el día después ya está? Como si fuera magia, como si fuera sano incorporar más servicios, pastillas y costos médicos al cuerpo social —renunciando a las luchas que la Doctrina Social de la Iglesia comparte en su defensa de la dignidad humana en el mundo—. Como si la salud pública fuera idílica en tiempos de ajuste. Como si la principal causa de muerte de las mujeres fuera el aborto.

¿Quiénes componen el grueso de los cuadros militantes que hablan de empoderar el cuerpo y la mente de la mujer? Lo que vemos es una clase media blanca y profesional (universitaria) que no parece haberse tomado tantas molestias en darle un micrófono a las mujeres pobres con las que dice empatizar . ¿Dónde está la izquierda progresista en todo este proceso paternalista y tan poco horizontal? ¿Y si escuchamos más a las bases que decimos representar? Planteamos esta crítica también al interior de nuestra madre Iglesia, que si bien tiene semillas de liberación, justicia y esperanza, no siempre hace todo lo que está a su alcance ni puede hacerlo sola.

Por todo esto, quienes formamos el área Sectores de la Acción Católica de La Plata no renunciamos a luchar por las posibilidades de una vida verdaderamente digna, desde la concepción hasta la muerte natural. Compartimos aquel reclamo del “Ni una menos” para andar sin miedo por la vida, cobrar un salario digno y exigir respeto hacia la dignidad de la mujer. Queremos generar conciencia de que tenemos que “custodiar» la vida de la gente y «preocuparnos por todos», como nos pidió el Papa Francisco desde el primer día; palabras que son un llamado a la acción. Creemos que el Reino de Jesús tiene que comenzar en la tierra y que estamos a cargo de ser instrumentos vivos de una paz verdadera para nuestro pueblo.

Comisión del área Sectores

Acción Católica La Plata

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